Eterna Turista. Mi pasión más radical.

Por Danielle Avidago    

Nunca fui el tipo de niña que amaba los deportes. En realidad, hasta hoy soy una chica muy miedosa. Para que tú tengas una idea básica, solamente aprendí a andar en bici cuando yo tenía 13 años porque tenía miedo de caerme. Pero la vida (o mejor, mi madre) me dio una oportunidad de cambiar esto cuando viajé a Santiago del Chile.

    Además de praticar mi español todo el tiempo (y cuando digo todo el tiempo, es literalmente todo el tiempo, porque mis padres no saben nada del idioma hispano), vistamos la parte histórica de Santiago y tuvimos el placer de ver (por lo menos una parte) de la Cordillera de los Andes. Pero nada es tan tranquilo así. Un día, yo percebi que estábamos dando muchas vueltas en una montaña. MUCHAS vueltas. Mi desayuno regresaba para mi garganta cuando el chofer dijo: “Llegamos al centro de esquí, señora Avidago”. Qué?! Esquiar?! Yo?! Esto solo puede ser una broma. Pero no, la situación era real. 

    Solo me di cuenta de que yo realmente iba a esquiar cuando ya estaba con todo el equipo de esquí en el “pie” de una montaña cubierta de nieve y un hombre se aproximó y dijo:

    -          “Danielle?”

-          “Si, David?”pregunté

-          “Si, soy yo! Ahora dime, de dónde eres? No, déjame adivinar. Venezuela?”

-           “No...soy de Brasil”

-          “Ah...pero hablas español muy bien, estudiaste en algún país hispanohablante?”preguntó el profesor de esquí

-           “No, estudio español en Brasil desde los 7 años de edad”

-           “Tienes un excelente profesor entonces”

-          “Si, yo sé”

    Cuando llegamos la cima de la montaña, estaba con tanto miedo que era casi imposible para mí mover mis pies “Dani, el miedo es tú peor enemigo. No te preocupes, confía en ti misma”dijo David. Fue en este momento que me di cuenta de que este sentimiento estúpido no me dejaba hacer las cosas que más deseaba. Entonces, me olvidé de todo lo malo que podría suceder comigo y, después de menos de una hora, estaba esquiando aquella montaña como si había sido destinada a esto. “Tu hija se salió mejor que yo esperaba, ahora es solo practicar más y más!”dijo el profesor a mis padres. Y fue exactamente eso que yo hice. Me enamoré del esquí y por la sensación de libertad que bajar aquella montaña cubierta de nieve proporciona.