Juan Ramos Ballester y historia

Por Eduardo Martín, alumno avanzado

Fueron muchas las mañanas que me desperté en la chacra de mis abuelos y corrí a la cama de mi Yayo para escuchar sus historias de España, de su vida o igual para imaginar que estábamos en un barco pescando, por supuesto los peces eran los zapatos y “chanclas” que nosotros desparramábamos por la habitación.

Parece difícil conectar en estos momentos la ternura de un abuelo con su nieto y las historias de una juventud tomada por la guerra y por la necesidad de sustentar una familia en un país que decaía en la escasez.

Este es mi abuelo. Juan Ramos Ballester, un hombre nacido en el año 1922 en la ciudad de Sant Boi de Llobregat, Cataluña – España.

Su infancia y adolescencia fue en una pequeña ciudad, donde vivía con su familia en el campo y estudiaba en una escuela que era mantenida por una industria local.

Con 17 años fue obligado a elegir un lado de la guerra civil española por lo cual debería alistarse y cumplir servicio militar. Eligió el lado opuesto del dictador General Franco, lo que culminó con su prisión al final de la guerra.

En este periodo fue obligado a cumplir más 2 años de servicio militar y después de tener su vida parada por 4 años de guerra pudo volver a su ciudad. La pregunta: ¿Por qué yo tuve que ir a una guerra? Siempre estuvo con él.

 Una cosa que siempre aprecié en sus historias era su fuerza para estudiar,  de la misma manera en las situaciones más difíciles. Hizo cursos de electrónica por correspondencia, observaba como los más experimentados hacían su trabajo, siempre listo para aprender.

Con cerca de 30 años no podía más ver a su hijo y esposa viviendo en la escasez de España. Se unieran a algunos amigos y vinieron a intentar una nueva vida en Brasil. 3 años después tuvo a su hija Adela (la madre de este que le escribe).

Su dedicación en aprender siempre fue un diferencial en su vida. En Brasil trabajó en la producción de grandes empresas como Embraer, Caterpilar y Ford. Educó a sus Hijos, construyó su patrimonio y cuando se retiró pudo volver a vivir en el campo.

Cuando tenia 83 años me llamó para conversar y me hizo una pregunta: ¿Si tú tuvieras más dinero, que harías?

Yo le contesté que gustaría de hacer una posgraduación. Por algunos segundos el me miró y emocionado dijo que tenía un dinero que había recibido del gobierno español por años por haber ido a la guerra y que iba a repartir entre los nietos.

Yo hice la posgraduación y gracias a ella conseguí 1 año después mi primer empleo y lo que abrió las puertas para el profesional que soy. Cuatro años después fui promovido a gerente y mi abuelo se quedó muy contento. Lo que él no esperaba fue mi pregunta:

-        ¿Abuelo, sabes por qué conseguí este trabajo?

-        No…

-        Porque tú fuiste a la guerra.

En este momento yo pude observar la pregunta de una vida ser respondida internamente y cosas que no  tenían sentido cerrasen un ciclo.

Mi abuelo se fue con 97 años, un tanto incomodado por su salud debilitada y las consecuencias de la edad, pero con la certeza de que su rastro se mantiene vivo en las memorias, conquistas de su familia y ejemplo.